martes, 31 de julio de 2007

Nuevos Talleres

TALLER DE ESCRITURA ACADEMICA
Duración: 10 clases
Día y horario: martes de 17 a 19 horas
Inicio: 4 de septiembre
Arancel: Int: $112 Ext: $140
Se abona en un solo pago al momento de la inscripción.

TALLER DE REDACCION Y CORRECCION DE TEXTOS
Duración: 10 clases
Día y horario: jueves de 17 a 19 horas
Inicio: 6 de septiembre
Arancel: Int: $112 Ext: $140
Se abona en un solo pago al momento de la inscripción

Lugar:Dirección de CulturaSecretaría de Extensión UniversitariaFacultad de Ciencias SocialesUniversidad de Buenos AiresTel: 4508-3800, int. 164

Aclaraciones:
*El arancel interno es para alumnos de la Facultad de Ciencias Sociales contra presentación de libreta y fotocopia. El arancel externo es para los no contemplados en la categoría interno.
*La inscripción puede realizarla el interesado o un tercero.
*El día de la inscripción se debe abonar la totalidad del curso. El horario de tesorería (1º piso de M.T. Alvear 2230) es de 10 a 13 y de 14 a 18.30 horas.
*Los cursos comienzan la primer semana de septiembre.
*Salvo los cursos de informática que se dictan en la sede de Ramos Mejía, todos los demás se dictan en la sede de Marcelo T. de Alvear.

miércoles, 18 de julio de 2007

Las palabras que usamos

Un problema común a la hora de escribir es lo que se denomina “amplitud léxica”. Usamos un caudal limitado de palabras y expresiones, aunque conozcamos otros vocablos y sus significados, que entendemos perfectamente cuando leemos. Pero ¿por qué no los usamos al escribir?
Será acaso porque hemos estructurado nuestro estilo y porque ciertas formas de decir nos resultan más cómodas que otras. Para “ablandar” nuestra forma de expresarnos, es posible emplear algunas herramientas como las siguientes que, no por ser comunes, dejan de ser sumamente útiles:

-Usar el diccionario de sinónimos y antónimos (y su versión en el procesador de textos de la computadora), con cuidado de hallar el sinónimo adecuado al contexto. Los antónimos (“opuestos”) muchas veces se pueden usar por la negativa, lo cual es también una forma de dar énfasis (por ejemplo: la casa es pequeña / la casa no es grande).
-Ir transcribiendo y armar una lista de palabras cuando leemos, palabras que suenen atractivas, que nos parezcan que “hay que usarlas”, en fin, que podamos ir incorporando en la escritura.
-Reescribir párrafos (propios o ajenos) que suenen farragosos, aburridos, extensos, incomprensibles, etc.

Yapa: palabras con doble ortografía

¿Saben ustedes que hay una amplia lista de palabras en castellano que tienen doble ortografía? Muchas de ellas nos son familiares y más de una vez hemos corregido a quien las utiliza, pensando que está cometiendo un error.
Se pueden decir de la misma manera (aunque se prefiere la primera forma):
-abundante o abundoso
-albóndiga o almóndiga
-arveja o alverja
-extraditar o extradir
-ímpetu o ímpeto
-largura o largor
-limpieza o limpiedad

Y sigue la lista. Para conocerla, consultar:
http://www.belcart.com/belcart_es/como_esc/c_doble_ort.html

sábado, 14 de julio de 2007

Modos de ejercitar la escritura

Para “aprender” a escribir hay que “ir escribiendo”. Puede ser, como decía Borges, que “por una línea razonable o una justa noticia habrá millones de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias”. De todas formas, siempre es posible sugerir algunos ejercicios para ir andando el camino de la escritura. Aquí va uno que me resulta especialmente atractivo.

Je me souviens (Me acuerdo)

Georges Perec, en su libro editado en 1978 bajo el título de “Je me souviens”, presenta 480 anotaciones de hasta 10 líneas que comienzan con “Me acuerdo…” y le siguen frases como “…de que mi padre me contaba cómo había visto a John Wayne en el rodaje de una película en el parque de El Retiro”.
Al final del libro, Perec dejó varias páginas en blanco para que los lectores-escritores hicieran sus propias anotaciones. La propuesta de EyR es consentir al autor francés y escribir nuestros propios recuerdos.

No olvidar:
Cada anotación debe tener un máximo de diez líneas y deben ser recuerdos personales.

Qué aporta este ejercicio:
Ayuda a simplificar la expresión de las ideas, ejercitar la memoria, ampliar el caudal de palabras que usamos para escribir y tomarse el tiempo necesario para escribir.
Genera menos vergüenza que llevar un diario íntimo. Además, es muy gratificante para aquéllos que suelen “bloquearse” ante una página en blanco porque no saben por dónde empezar…
Empecemos, entonces, por el primer recuerdo que se nos presente.
Por ejemplo: me acuerdo de la primera vez que leí a Perec; me pareció tentador.

sábado, 7 de julio de 2007

Copiar y pegar: el problema de la honestidad intelectual

La experiencia lo demuestra: en el ámbito académico, entre la cita y el plagio, hay una práctica que atenta contra la creación y, lo que es peor, contra el desarrollo de un pensamiento crítico y autónomo. Copiar y pegar se ha hecho una costumbre cuando se trata de “zafar materias”, de producir a repetición ponencias, artículos, capítulos, de “armar” textos para sumar puntos en un mundillo en el que las fechas de entrega se suceden irrefrenables.
Se trata de un problema de honestidad intelectual. Esto suena obvio. Pero no es una cuestión menor. No sólo porque “el que se copia se engaña a sí mismo”, sino porque cuando cosemos irreflexivamente retazos de textos, damos de comer a la máquina de reproducir-más-de-lo-mismo.
Y en esa reproducción se van nuestras mejores ideas, las que nunca saldrán a la luz porque, admitámoslo, copiar y pegar es más sencillo…

DEFINICIONES

Citar: según la Real Academia Española (RAE), referir, anotar o mencionar los autores, textos o lugares que se alegan o discuten en lo que se dice o escribe.
Plagiar: también según la RAE, copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias.
Copiar y pegar: expresión que, según usos y costumbres, remite al acto de extraer partes de uno o más textos ajenos e incorporarlos como propios en un texto-producto sin mayores tratamientos reflexivos.

REFLEXIÓN FINAL

Copiar y pegar puede significar un esfuerzo tan grande como escribir “honestamente”: dado un tema, implica buscar textos, leerlos, seleccionar fragmentos, hilvanarlos, darles una mínima coherencia para “convencer” al otro de que uno ha hecho su trabajo.
No es tan arduo redirigir ese esfuerzo a elaborar un texto propio y, lo más importante, responderse una pregunta fundamental: ¿para qué escribo?

miércoles, 4 de julio de 2007

La lectura: placer y herramienta

Todo proceso de escritura se nutre -antes, durante y después- de la lectura. Leer es más que recorrer renglones con la vista de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo tratando de retener un argumento (literario, científico, informativo…). Leer dispara, como un arma cargada, la creatividad. Leer ayuda a fijar estructuras, a ampliar el léxico, a hilvanar el texto.
La lectura se puede disfrutar, si hallamos el autor a la medida de nuestras inquietudes. Y también puede ser una herramienta para los que necesitamos -por trabajo, inclinación o urgencia- escribir. “Los lectores-escritores, como cazadores furtivos o sin disimulo, descubren «piezas útiles» y practican la forma de montar con ellas su propio libro… La lectura habita la escritura y la precede. El mejor taller de escritura es la lectura” (1).

SUGERENCIA:
Disponga de un rato; digamos, unos diez a quince minutos. Tome un lápiz y un texto (cualquiera). Lea con tranquilidad y utilice el lápiz para marcar en ese texto: palabras que le gusten, expresiones que le llamen la atención, oraciones que le provoquen un comentario (y anótelo al margen), títulos alternativos para ese texto. Esas “marcas” son sus propias señales para inaugurar nuevos textos. La próxima vez que escriba, utilícelas.

CITAS:
Una instancia de lectura, la más elemental, es la que tiene lugar cuando se escribe; el ojo sigue el movimiento de la mano que está trazando un rasgo y, apenas, inmediatamente, la mano concluyó de hacerlo el ojo reconoce el trazo, es decir que lo lee y ese reconocimiento es la condición para que prosiga la escritura. Dicho de otro modo, la escritura, sin lectura correlativa, sucesiva o acompañante, no sería posible, esa lectura es la base de la continuidad que la caracteriza” (Noé Jitirik).
En cada acto de lectura completo late el deseo de escribir un libro en respuesta. El intelectual es, simplemente, un ser humano que cuando lee un libro tiene un lápiz en la mano” (George Steiner).

(1) Silvia Adela Kohan, Disfrutar de la lectura, Plaza y Janés, Barcelona, 1999; p. 195.